Para conseguir una conservación de la vida silvestre, es imprescindible la regulación de animales y plantas salvajes de forma que permita su continuidad como un recurso natural. El término "conservación" se refiere al manejo y uso de los recursos naturales por las generaciones presente y futuras. En este concepto hay implicaciones sobre el uso estético, deportivo, económico y ético de paisajes, minerales, animales (incluyendo los que son cazados), plantas, suelos y agua.
El término "conservación de la vida silvestre" se ha usado para incluir un grupo cada vez más amplio de animales –mamíferos, aves, peces, reptiles, anfibios, artrópodos (como las langostas), y moluscos (como la ostra)- e igualmente incluye plantas.
La lista ha tenido una tendencia a ser dominada por ciertos grupos de animales de importancia estética y/o económica; pero se está expandiendo a medida que los valores se ensanchan, aumenta el interés por la ciencia, y se llegan a conocer las relaciones, sutiles con frecuencia pero siempre importantes, entre animales y plantas.
Los problemas de conservación animal varían grandemente dependiendo del tipo de animal (si, por ejemplo, es explotado principalmente por razones comerciales o recreacionales, si es libre o no de cruzar fronteras nacionales) y de las condiciones sociales y económicas de los diferentes países. En muchos países, algunos animales son ampliamente cazados por deportistas, tanto en terrenos privados como en públicos; por lo tanto, en estas regiones un factor importante en la conservación de la vida silvestre es el control de las licencias y la supervisión de los cazadores.
Las aves y mamíferos de caza que migran a través de fronteras nacionales requieren de un esfuerzo internacional para su conservación. Los mamíferos marinos y peces también presentan la necesidad de acuerdos y legislaciones internacionales debido a que viven en aguas que no conocen de fronteras nacionales y son explotados comercialmente por pescadores de muchos países.
Los pequeños mamíferos que son atrapados por su piel deben ser protegidos por leyes domésticas pero las focas dependerían de un acuerdo internacional. Los peces marinos, explotados principalmente por razones comerciales, son protegidos por acuerdo internacional; pero los que explotan los peces de agua dulce, principalmente pescadores que pescan recreacionalmente (excepto en algunos cuerpos grandes de agua dulce, como los Grandes Lagos de Norteamérica), reciben localmente sus licencias y son controlados domésticamente.
En la idea de la conservación de la vida silvestre parece que las consideraciones éticas ocupan una posición central, pero su desarrollo ha sido tardío debido a que durante muchas generaciones las personas tenían que luchar contra la naturaleza.
Aunque los pueblos primitivos dependían de una manera más directa de la vida silvestre que los pueblos modernos, es casi cierto que los antiguos humanos se preocupaban poco por conservar los animales de caza. La desaparición de especies como el mamut y otros no crearon preocupaciones a las poblaciones mientras que la desaparición de la 'tórtola pasajera' o 'paloma migradora' (Ectopistes migratorius, en inglés passenger pigeon) sí que preocupó.
Convencidos del enorme poder destructor de la humanidad, los primeros conservacionistas de principios del siglo 20 enfatizaron la responsabilidad ética de sus propias generaciones en la conservación de los recursos naturales para la posteridad.
Los ecólogos modernos perciben que la naturaleza es una serie de complejas comunidades bióticas de la cual la especie humana es una parte interdependiente;
Aldo Leopold, como vocero de los conservacionistas, ha indicado que existe una responsabilidad moral no solamente hacia la gente sino que también hacia la tierra y sus animales.
Es así que nos encontramos responsables por el destino de muchos productos de la naturaleza, guiados por una tradicción de conservación y código de conducta que tienen menos de 100 años de edad.
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